Para quienes todavía no han tenido la suerte de conocerla o practicarla, el término se refiere a diferentes prácticas propias del hinduismo, el budismo y de otras culturas principalmente orientales que implican respiración y concentración. A lo largo de miles de años se ha practicado la meditación con diferentes objetivos, siendo el más habitual el de llegar a proporcionar estabilidad a la mente, evitando distracciones para vivir el presente de forma más consciente y tranquila. Actualmente, la neurociencia ha demostrado los efectos positivos de la meditación sobre la salud física y mental.

 

Casi todos los estudios realizados han demostrado que, a nivel cerebral, la meditación puede mejorar la capacidad de aprendizaje, de memorización, de razonamiento e incluso la creatividad. Otras investigaciones afirman que la meditación diaria puede contribuir también a aumentar la sensación de energía, a mejorar la comunicación entre las neuronas y a reducir algunos efectos de riesgo del Alzheimer. Parece ser que, además, el cerebro de las personas que practican meditación tiene un proceso de envejecimiento más lento y puede llegar incluso a modificar su estructura biológica. A nivel físico, la práctica regular de meditación contribuye a reducir la frecuencia respiratoria y cardíaca, así como el consumo de oxígeno. En lo que se refiere a sus efectos sobre el estrés, meditar es una excelente opción, pues ejerce un efecto reductor de la amígdala, el órgano responsable de la sensación de estrés y de ansiedad. Además, durante la práctica de la meditación los síntomas del estrés se aligeran de forma casi inmediata, ya que al respirar de forma consciente y enfocar la atención en una sola cosa, resulta difícil ocuparse- o preocuparse- en otros asuntos.


¿Te gustaría probarlo? 

Si lo haces, tienes muchas probabilidades de querer repetir. Empieza por buscar un momento del día y un lugar tranquilo, cómodo y silencioso. Siéntate en una postura cómoda, cierra los ojos y respira de forma lenta y profunda. Mientras lo haces, enfoca la mente en un punto imaginario en medio de tus ojos y procura no hacerle caso a los pensamientos que llegan, déjalos pasar de largo. Cuando lo logres, sentirás

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